Este año cambio mi rumbo, pero con un sentimiento de gratitud, porque mi trabajo me permitió conocer todas las unidades existentes a lo largo de Chile, como también a sus equipos y voluntarios.
Mi partida no es fácil, así como tampoco referirme al valor que tiene el trabajo con los voluntarios, un quehacer que conozco desde hace años, cuando comencé en el Hogar de Cristo como uno más de ustedes.
Por ello destaco la oportunidad de haber conocido a miles de personas distintas, que tienen en común el querer disponerse a aportar en forma voluntaria, a entregar conocimiento, alegría, dedicación, cariño, entre muchas otras.
Creo que en este trabajo uno nunca deja de sorprenderse, pues son varias las historias que involucran experiencias de vida. No olvido por ejemplo, cuando una voluntaria se refería a un profesional de Coanil, diciendo: "me gusta como trabajan acá, veo a la terapeuta que trabaja con el corazón, cuando habla de cada uno de los jóvenes que atiende, ¡se le ilumina la cara!".
Para mí, esto refleja que los voluntarios son capaces de mirar y de reconocer todo el esfuerzo que se hace día a día por dar una mejor calidad de vida a las personas con discapacidad intelectual, y por favorecer su integración.
También, al llegar a Coanil, tuve la oportunidad de conocer a las voluntarias fundadoras, quienes me enseñaron la importancia de creer y velar por que se hicieran las cosas de la mejor forma. Reconozco en ellas la gran fortaleza de luchar y mantener los distintos centros en las regiones del país. Son una parte de la institución que no se puede olvidar.
La posibilidad de estar con estas señoras, conocer la realidad que se vive en las regiones, que es distinta a la de la Región Metropolitana, y vivir incluso anécdotas, es de una riqueza enorme. Me acuerdo perfecto cuando un día llegué por primera vez a verlas a Osorno. Ellas creían que yo era un señor mayor y pelado, pero cuando me vieron, les dio ternura, se imaginaron que podría ser un hijo o un nieto.
En el trabajo con los voluntarios, uno aprende a valorar la sencillez de las cosas y la importancia que tiene el darse, y no solamente el dar. Impresiona ver la paciencia que tienen con nuestros chiquillos: cómo los animan, cómo los refuerzan para que logren su autonomía. Un día nunca es igual a otro cuando se trabaja en esta tarea, hay una dinámica de permanente cambio.
Y el sentido de la gratuidad cobra mucho valor, sobre todo en estos tiempos en que nos movemos en un mercado de índices económicos que no dejan pensar en que las cosas sí pueden ser gratis.
Por todas estas experiencias, agradezco a todos quienes me apoyaron a sacar adelante el área, principalmente, a los miles de voluntarios que han pasado por Coanil y que, sin lugar a dudas, han aprendido a entender y valorar la diversidad.
Quiero hacer especial énfasis en el equipo del voluntariado que busca cada día ser más profesional para dar mayor sentido a nuestro quehacer. Ellos son Claudia, la Sra. María y Cristián. Sin ellos, no hubiésemos alcanzado nuestros logros, ellos son realmente personas “power”, y los echaré de menos.
Realmente ha sido todo muy rápido e inesperado, sin embargo, tengo una abierta disposición a seguir el nuevo camino. Para mí, este año ha estado cargado de situaciones intensas en lo personal, por lo que mi cambio sigue la coherencia de ese movimiento. Con esto no digo que no eche de menos el área del voluntariado, pero creo que siempre hay un momento para partir y dejar que otros tomen la misma tarea. A ellos les envío todo mi apoyo.
Pero en todo caso, en mi nueva área, Protección y Familia, es muy importante contar con el apoyo de los voluntarios para poder cumplir las metas propuestas como fundación, así es que desde mi nuevo puesto, continúo promoviendo el VOLUNTARIADO.
Muchas gracias a todos.