miércoles, 22 de octubre de 2008

Jennifer Brito: La Sonrisa de Un Niño Nos Enriquece


Jennifer es la primera y más comprometida voluntaria de la Escuela Especial Andrés Bello de Puerto Montt, quien desde mediados de abril de este año, asiste al curso Básico 8, al que siempre llega con actividades preparadas y una excelente disposición de entrega.

Con sus 26 años, es profesora de Historia y Geografía y de Educación Especial. Se declara amante de las artes y las letras, por lo que en sus tiempos libres se dedica a estudiar, pintar al óleo, escribir poemas, cuentos, guiones, e incluso coordinar proyectos de teatro escolar. Leer y aprender es lo más importante para esta joven voluntaria. Según ella, "de los niños y niñas uno aprende harto".

Esta joven voluntaria inició su labor social a pocos meses de haber arribado desde la lejana Región de Atacama, donde tuvo su primera experiencia solidaria en un proyecto de integración comunal. Las vueltas de la vida (y el amor) hicieron que Jennifer decidiera cambiar de aire y trasladarse a hasta la Región de Los lagos.

"Cuando llegué a Puerto Montt, yo no encontraba en qué trabajar y estaba muy triste, porque tengo harta vocación social y soy trabajólica. Escribí a varios lados para ser voluntaria, y Coanil me escuchó. Desde Santiago, le enviaron un correo a Carla Cifuentes, encargada de comunicaciones de Coanil Puerto Montt – Castro, y ella se contacto con la Directora de la Escuela Andrés Bello. Ahora, todos los viernes apoyo las actividades lúdicas, manuales y creativas de los alumnos, junto a las tías Jaque y Laura".



Estas actividades las conjuga con su desempeño como profesora en la Escuela Padre Alberto Hurtado, en la misma cuidad, atendiendo a un grupo de estudiantes diferenciales, y en las tardes, haciendo clases de lenguaje, orientación, manualidades y matemáticas a un 3º Básico.

La colaboración de Jennifer en Coanil, la ha ayudado a ver la vida desde otro punto de vista: "a veces uno se pone triste por cosas banales y no se da cuenta de que hay personas que lo pueden estar pasando peor que uno. He aprendido a disfrutar de cosas simples, los niños y niñas me enseñan a ser paciente, a que de pequeños logros se construye la vida, y que hay que disfrutarlos al máximo".

Con esa misma disposición es capaz de reconocer que no todo resulta a la perfección, porque con el cansancio de los viernes por la tarde, "generalmente confundo los nombres de los niños o me equivoco en dar algunas instrucciones, y ellos me lo hacen ver inmediatamente".

Su experiencia como voluntaria le permite apreciar la importancia de las acciones solidarias, por eso cree que "es necesario que todos los chilenos nos coloquemos la camiseta y dejemos de ser tan egoístas e individualistas, porque todos somos seres humanos y debemos apoyarnos entre nosotros, sin importar si tenemos o no alguna discapacidad. La sonrisa de un niño o niña nos permite enriquecernos como personas. No basta dar unas monedas en las campañas, también debemos realizar acciones concretas, pues no sólo hay que promover la integración de personas con nesesidades educativas especiales transitorias o permanentes, sino su inclusión en nuestra sociedad".

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